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LAS VÍCTIMAS OCULTAS DE LA PANDEMIA

LAS VÍCTIMAS OCULTAS DE LA PANDEMIA

El coronavirus trajo consigo un gran reto a nivel mundial: afrontar la crisis sanitaria con impactos multidimensionales inmediatos y de largo alcance, estos impactos no solo han afectado la vida económica de las personas, sino también su estado emocional y salud mental. Hoy no reflexionaré sobre políticos y su corrupción, hoy me centraré en un tema altamente vulnerable y que ha pasado casi desapercibido para los gobiernos: los riesgos y efectos particulares de la pandemia en las niñas, niños y adolescentes.

Si a los adultos nos está costando esfuerzo sobrellevar esta crisis sanitaria, no es menos difícil para los más chicos, que en poco tiempo han tenido que adaptarse a situaciones para las que ni siquiera los adultos estamos preparados. Según UNICEF, si bien la niñez no es el grupo de población más afectado en términos de salud, tiene el doble de probabilidades que los adultos de vivir en pobreza y es extremadamente vulnerable a sus consecuencias sociales y económicas.

La crisis sanitaria ha golpeado en tres pilares fundamentales para la vida y el pleno desarrollo de los niños, niñas y adolescentes:

1.    Educación: el cierre de las escuelas agrava la brecha digital y empobrece, sobre todo, a quienes tienen accesos limitados. En Perú aún no se ha garantizado el acceso de internet de calidad a todos los peruanos, especialmente en zonas rurales donde no cuentan ni siquiera con los servicios básicos de agua potable y energía eléctrica. La mayoría de familias en pobreza y pobreza extrema no tienen una PC, laptop o Smartphone en donde los niños puedan acceder a sus clases virtuales, por ejemplo.

2.    Nutrición:  no solo se detuvieron las clases presenciales, sino también los programas de alimentación en escuelas nacionales que garantizaban comida a miles de niños en zonas rurales y urbano marginales. Por otro lado, la pérdida repentina de ingresos familiares que afecta la capacidad financiera de madres, padres y cuidadores para acceder a bienes y servicios esenciales para satisfacer las necesidades alimenticias, y todas las demás, y de los niños y las niñas.

3.    Salud emocional: alejarles de su rutina y exponerles a situaciones de estrés que no pueden gestionar les hace más vulnerables. Además, un punto a tener en cuenta es la mayor exposición a la violencia que podrían experimentar en algunas circunstancias, los menores están expuestos a situaciones de mayor violencia intrafamiliar (por diferentes motivos, muchos agravados por la crisis económica que atraviesa la mayoría de familias).

La alegría de los primeros días de no ir al colegio y estar en casa, duró poco. El cambio en sus rutinas y sus relaciones sociales, la tensión de los adultos preocupados por la situación económica y laboral y por el virus, además de ingeniárselas para convertir la casa en escuela y oficina a la vez, está pasando factura a la salud de los más chicos. Esta situación se agrava en los hogares con bajos recursos y monoparentales. Ni qué decir de las nulas o escasas políticas de protección infantil, enfocadas a época de crisis sanitaria como la que estamos afrontando, en donde los perros tienen mayores derechos de salir a pasear un domingo que los niños. (Aquí hago un paréntesis no por estar en contra de los perros, sino para graficar las irracionales medidas prohibitivas del actual gobierno morado, heredadas del nefasto Vizcarra).

Sabido es que los países más golpeados por la pandemia y sus efectos son los más pobres (por ejemplo, los países en vías de desarrollo y aquellos con sistemas sanitarios deficientes, entre otras características); aquellos cuyos gobiernos no tuvieron los reflejos inmediatos para contrarrestar la crisis generada por el virus y, los que, además, la ineficiencia estuvo acompañada por actos de corrupción, como en el caso peruano.

En un contexto donde el 58% de los colegios a nivel nacional no tiene acceso a la red pública de agua y donde el año 2020 no se ejecutaron 4 mil millones de soles del presupuesto del sector Educación –que bien hubieran servido para escolarizar a miles de niños o mejorar la infraestructura de cientos de colegios-, las niñas, niños y adolescentes son las víctimas ocultas del coronavirus, no obstante este segmento de la sociedad, que ha sido olvidado, representa el presente y el futuro de nuestro país.

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