James Bond es uno de esos personajes eternos. Uno de esos personajes que se mantienen vigentes pese a las décadas que han pasado desde su creación y que ha soportado de muy buena forma el paso del tiempo.  Durante sus casi 60 años de existencia en la pantalla grande ha sido interpretado por media decena de actores en más de 25 películas y quizás ninguno ha encarnado tan bien al espía británico como Daniel Craig (con perdón del mismísimo Sean Connery). Es por ello que No time to die, la más reciente cinta de James Bond, no es solo una misión más del agente secreto sino el cierre de una etapa tan importante del personaje que incluso ha sido la primera en darle una evolución y cierre .

Con cada cambio de Bond nunca ha habido necesidad ni de cerrar una trama ni de explicar el cambio, simplemente era parte del trato ficcional entre director y espectador en el que el público aceptaba que sin importar su rostro cada 007 era en teoría el mismo que el anterior. Con la etapa de Daniel Craig no pasa lo mismo. En esta encarnación del personaje creado originalmente por Sir Ian Flemming, cada película es un capítulo en la historia de un espía que utiliza la frialdad característica James Bond como un escudo para sus propias inseguridades, miedos y su falta de confianza en las personas; al mismo tiempo que se ahonda en su pasado y en su historia. Algo nunca antes visto.

Puede que Craig no tenga la elegancia de Connery o Moore pero lo cambia por una personalidad más realista, más cerca de la represión emocional, los traumas psicológicos dejados por mil batallas y la necesidad de improvisar sobre la marcha. No es casualidad que dos de las mejores películas de la saga hayan sido hechas durante la etapa de Craig: Casino Royale y Skyfall.

Pese a todo, su etapa como James Bond nunca ha estado exenta de polémica. Desde el momento en que fue elegido para suceder a Pierce Brosnan como 007, nunca encajó de forma obvia o elegante en el personaje. Su aspecto era demasiado rudo; su currículum cinematográfico, demasiado escaso; su pelo, demasiado rubio. Sin embargo estos miramientos hacia su persona se callaron luego de que saliera Casino Royale, una película (como toda su etapa) que rompe  con las tradiciones del personaje: nos presenta a un Bond inexperto y que aún no es el perfecto espía y es ello lo que la convierte en una de las mejores películas de la saga. De hecho, la deconstrucción y revisión de la tradición del personaje es lo que convierte a Daniel Craig en un Bond único. No es que su etapa esté exenta de errores: Quantum of Solace es una mala película y Spectre no deja de ser un capítulo más promedio dentro de la saga de 007, pero su etapa debe ser la más distinguible y diferencial desde Sean Connery.

En No time to dia se le pone fin a la participación de Craig en la saga . Pese a no ser la mejor película del run de Craig (Rami Malek no está a la altura de villanos como Madds Mikkelsen o Javier Bardem) es una película llena de nostalgia, donde se revisiona y respeta lo visto durante las 4 películas anteriores y en el que se cierra la historia del Bond más humano que ha existido. Pese a que esto pueda molestar a los fans más clásicos del personaje, Daniel Craig es un Bond distinto, su propio Bond y su propio mundo. En esta, su última misión después de haberse retirado, veremos su lado más reflexivo, dirigida de forma excelente por Cary Joji Fukunaga. El director estadounidense nos da las escenas de acción más

realistas y viscerales de la saga, marcando tiempos distintos entre el frenetismo de la acción y los sentimientos de Bond que explora la trama . Tal vez las dos horas y cuarenta de la película sean excesivas, pero durante todo el film explora los aspectos que han caracterizado a esta etapa. Un final digno, no excelente, pero que hace honor a la etapa de Craig.