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VACUNAGATE Y SUS EFECTOS ELECTORALES

VACUNAGATE Y SUS EFECTOS ELECTORALES

“Los más probable es que este nuevo golpe a la clase política, producto del escándalo de “Vacunagate” aunada a la pandemia, la tendencia del ausentismo electoral y de los votos inválidos, no solo se mantenga, sino que aumenten mucho más, lo que pondría en cuestión la legitimidad de los resultados de las elecciones debido a que los dos candidatos que pasarían a la segunda vuelta apenas alcanzarán juntos, en el mejor escenario, no más del 30%”.

Los recientes escándalos por el uso indebido de las vacunas en medio de un cementerio de muertos producidos por la pandemia ha sido un duro golpe para la clase política y tendrá efectos impredecibles en los resultados electorales. No solo incrementará el ausentismo y los votos inválidos por la desconfianza que ha generado este hecho, sino que también moverá el tablero electoral. Si a ello se suma el ausentismo por el miedo a la pandemia, la gobernabilidad también podría verse seriamente afectada.

Algunos “personajes” de la política, que han hecho abuso de su poder, entre los cuales se encuentra el expresidente Martín Vizcarra, inexorablemente pagaran la factura en las próximas elecciones presidenciales y congresales. Pero la cosa no queda allí, sino que este golpe moral se extenderá a una parte importante de candidatos que ha producido este hecho deplorable. Ya nadie cree en nadie y justo pagaran por pecadores.

No negamos que muchos de los que se vacunaron lo merecían, por su labor al frente de la lucha contra la pandemia, pero la falta de transparencia y la mentira repetida hace este hecho sea visto por todos como un actor deplorable y de traición a la patria por ser atentatorio contra la población más vulnerable.

Pero cuidado con los golpistas que están al acecho como hienas hambrientas y quieren aprovechar la desconfianza generalizada para arremeter con todo y asirse del poder para ponerlo a su servicio e intentar postergar las elecciones. No es casual que la cuestionada Martha Chávez haya invocado a todos los demonios y prácticamente exigido el retorno de Merino – que si bien es un globo de ensayo-  tiene el propósito de medir la reacción de la población. Pero ese es otro tema que tocaremos en un próximo artículo.

Regresando a lo nuestro. Repasando el ausentismo de los últimos 20 años, explicada, entre otros motivos, por la desconfianza y el deterioro de la clase política, ha tenido una tendencia creciente que, sin bien se redujo del 18% al 11% del 2001 al 2006, en el 2011 empezó remontar hasta alcanzar el 16%. El año 2016 el ausentismo volvió a crecer logrando el 18%, pero lo peor vino después, con las elecciones congresales donde alcanzó una cifra record del 26%, es decir más de un cuarto de la población en edad de votar no sufragó ese año. Cabe recordar que las elecciones del 2020 fueron para reemplazar al congreso disuelto en un contexto de rechazo a este poder del estado del 92% de la población según la mayoría de encuestadoras. Ahora bien, esta tendencia puede agravarse, como lo señalamos líneas de arriba, y crecer más si le sumamos el ausentismo que puede producir el miedo a contagiarse por el Coronavirus.

Los votos inválidos que no son más que el rechazo a todos los candidatos, también han tenido la misma tendencia creciente.  En el año 2001, luego de retorno a la democracia los votos inválidos apenas alcanzaron un poco más del 8%, escalando a casi el doble (16%) en el 2006, en la compitieron Ollanta Humala y Alan García, para luego bajar en año 2011 a 12%. El 2016 los votos inválidos subieron hasta el 18% para luego seguir creciendo en las elecciones congresales del 2020 dónde alcanzó más del 19%.

Los más probable es que este nuevo golpe a la clase política, producto del escándalo de “Vacunagate” aunada a la pandemia, la tendencia del ausentismo electoral y de los votos inválidos, no solo se mantenga, sino que aumenten mucho más, lo que pondría en cuestión la legitimidad de los resultados de las elecciones debido a que los dos candidatos que pasarían a la segunda vuelta apenas alcanzarán juntos, en el mejor escenario, no más del 30%. Este resultado obligaría al 70% de electores -que no votaron por ninguno de los dos candidatos- a elegir entre uno de ellos, afectando la gobernabilidad del país.

La legitimidad del Congreso de la República también se vería afectada por un favoritismo -que otorga el sistema electoral actual-  hacia los partidos que están mejor posicionados, como es el caso de AP, el Partido Morado y Fuerza Popular, otorgándoles una mayoría que no la merecen por la avalancha de los votos inválidos. Y con respecto al expresidente Vizcarra, se vería favorecido con una curul parlamentaria porque en términos absoluto la valla electoral se reduciría por la cantidad de votos inválidos por la desconfianza.

La desconfianza y los bajos porcentajes de los candidatos que se disputan un cupo para la segunda vuelta también se verían afectados por se abre la puerta para que alguien -de los de abajo- pueda arremeter y desplazar a los del batallón de primera línea que están a la espera que alguien se caiga. Guerra avisada no mata gente.

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