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AL CIEGO QUE NO QUIERE VER  

AL CIEGO QUE NO QUIERE VER  

Cuando Peter Benenson, hace algo más de sesenta años, fundó Amnistía Internacional con sus mejores propósitos, seguramente no se imaginó que dicha Institución perdiera la brújula y tuviera posiciones e investigaciones, así como informes deplorablemente sesgados.

Viejo refrán dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y eso es lo que está pasando en AI, en que lamentablemente por lo general su personal de planta tiene una visión torcida respecto a la vigencia de los Derechos Humanos en varios lugares del mundo. Lo peor es que se niega a ver la realidad y muchísimos de sus directivos y representantes más parecen asociados del Instituto Bryle.

El objetivo fundacional de AI fue luchar por la vigencia y cumplimiento de los Derechos Humanos, de allí su adhesión a la Declaración Universal sobre aquellos. Adoptó claras posiciones contra la tortura, la discriminación, la persecución política y los presos políticos, incidiendo contra la represión por parte del Estado.

En lo que se refiere al Perú, todas las sanas intenciones de AI no se han cumplido, pero peor aún, sus investigaciones y apreciaciones han sido sesgadas, con notoria parcialización con quienes supuestamente sufren la prepotencia del Estado, que en nuestro caso es fruto seguramente de la actitud afiebrada de sus representantes. A los supuestos afectados en sus Derechos Humanos los escuchan, pero al Estado solo lo oyen y a medias, solo para fingir supuesta neutralidad.

No necesitamos ir muy lejos, basta ingresar al portal cibernético de AI y encontrar bajo letras capitales “Perú: la represión letal del Estado es una muestra más del desprecio hacia la población indígena y campesina”. Lo señalado en relación con las protestas sociales que ocurren en nuestra patria a partir del infausto golpe de Estado de Pedro Castillo, hoy sujeto a procesamiento penal.

La imaginación de AI es mayúscula, además de las falacias que contiene su informe, da a entender que los decesos y heridos por las protestas han sido en mayor número en las zonas de los Andes donde la población indígena es mayor, ello se debe al desprecio por la población originaria. Si allí hubo más fallecidos y heridos es porque en esa zona del país es donde mayores actos de violencia, vandalismo, muerte y destrucción se han dado, ocasionadas por los propios manifestantes que olvidaron el Estado de Emergencia y que las protestas para ser legítimas deben ser pacíficas y sin armas.

AI no quiere entender que no ha existido represión sino que las fuerzas del orden solo han repelido la violencia, incluso contra ellas. Nada dicen del policía quemado vivo, ni tampoco de los que fueron emboscados y muertos, robándose las armas que les dio la Nación.

No han querido ver que los manifestantes tenían armas letales, además de las hechizas y otros objetos que, lanzados contra la Policía y Fuerzas Armadas, eran tan mortíferos como los proyectiles de fusil. Tampoco vieron que en la mayoría de operativos para repeler la violencia la Policía ha actuado huérfana de armamento, por equivocada y temerosa decisión gubernamental.

Ojalá que en para el futuro, quienes representan a AI visiten previamente a un buen oftalmólogo. Por si acaso, en el Perú son excelentes.

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