El fantasma de la vacancia presidencial se aleja conforme pasan los días. Los audios que han salido a la luz son más de lo mismos; algo diferente ocurrió con la caída de Fujimori y la renuncia de PPK, donde los audios, que sucedieron unos a otros, fueron más potentes que los mostrados -hasta ahora- en contra del presidente.
Los pronunciamientos públicos -donde revalúan la vacancia- de Acuña, Urresti, de algunos líderes del FREPAP, de la izquierda, del partido Morado y hasta de Fuerza Popular, aunada a la frustrada censura de la ministra de economía, donde 73 legisladores votaron en contra de la censura, hacen prever que la intentona golpista ha llegado a su fin.
¿Qué pasó para que algo supuestamente preparado con mucha anticipación–que alcanzó una correlación de votos favorables a la vacancia– aborte en tan pocas horas? Creo que pasó mucho, e incluso mucho antes de que se ponga en marcha el plan de la vacancia presidencial.
En primer lugar, el peso de los audios frente al contexto de crisis sanitaria y económica que vive el país, eran tan débiles que no ameritaba vacancia. Tal vez en otro momento hubiera hecho más daño al presidente y a la gobernabilidad del país. Además, la racionalidad popular expresada en las redes sociales era tan simple como que una “mentirilla” del presidente, relacionada a un payaso, que se atribuía la disolución del congreso, pudiera costar una vacancia del presidente. Ojo, que esto no significa un respaldo a Vizcarra. En segundo lugar, el mensajero Alarcón, un personaje oscuro que se volvió popular por sus malas mañas, siendo destituido por un Congreso de la República más desprestigiado que él, fue una mala elección de los vacadores para encargarle el liderazgo de una misión nada ética y la estocada final al presidente. Si el APRA hubiera estado presente en el Congreso, que dios agarre confesado a Vizcarra. De hecho, también pesó la conferencia de prensa matutina de Cisneros, quién terminó de embarrar al dúo de la conspiración, Alarcón y Merino, dejándolos en evidencia y mal parados. Finalmente, en tercer lugar, la denuncia de Gustavo Gorriti, quien terminó destapando la conspiración de Merino contra el presidente (léase IDL Reportero: “Tocando la puerta de los cuarteles”), fue determinante para que varios de los partidos promotores de la vacancia pongan sus ansias de poder e intereses particulares en retroceso.
Todos los elementos señalados, sumados a la corriente de opinión de las redes sociales –que hoy reemplaza a la movilización social– jugaron un rol importante para que más de un tercio de los congresistas, que firmaron la moción de vacancia presidencial, retrocedieran.
Creo que la intentona de vacancia en contra del presidente deja muchos heridos, tanto del ejecutivo, como del legislativo, aquí nadie gana, sin embargo, debe ser una oportunidad para una reflexión colectiva en torno a la necesidad de retomar las banderas de la “Unidad Nacional” que contribuya a superar la crisis política, sanitaria y lo que se nos viene en materia económica; no hacerlo es riesgoso para la gobernabilidad, por todo lo que ha significado esta crisis política.
