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PERU ¿HÍBRIDO? HUIFLAS, NEVER IN THE LIFE

RUDECINDO VEGA CARREAZO - Gerente general del Conafovicer

PERU ¿HÍBRIDO? HUIFLAS, NEVER IN THE LIFE

RUDECINDO VEGA CARREAZO - Gerente general del Conafovicer

Fuente: Diario Uno

La historia republicana peruana tiene más periodos autoritarios que democráticos, no hemos sido democracia plena, pero este siglo lo inauguramos con el mayor periodo democrático de nuestra historia, con graves crisis pero siempre resueltas dentro del marco constitucional. Somos democracia joven, no democracia débil como muchos creen y quieren. Nuestras crisis antes eran resueltas vía golpes de estado, el último exitoso fue hace 30 años, el autogolpe de Fujimori del 5 de abril de 1992, luego hubo dos fallidos, el abortado golpe de Jaime Salinas Sedo del 13 de noviembre de 1992 y, el bufo autogolpe de Pedro Castillo del 7 de diciembre del 2022. Imposible descartarlos pero difícil que prosperen, duren y sean exitosos.

Nuestra democracia no es débil si en plena recuperación democrática Toledo superó el 8% de aprobación presidencial y culminó su gestión en alza; si el 2006 en polarizada contienda, volvimos elegir a Alan García y éste pudo superar, entre otras, la grave crisis del Baguazo; tampoco fue débil al superar el 2011 otra campaña más polarizada que permitió elegir a Ollanta Humala, quien superó la permanente crisis de los varios “congas” a nivel nacional; nuestra democracia se acostumbró a elecciones traumáticas, el 2016 no fue excepción, el fujimorismo volvió a perder y con mayoría congresal absoluta no reconoció a PPK, a pesar de tener una agenda gubernamental cercana a la suya. Nuestra supervivencia democrática desde el 2016 es, sin duda, la mayor prueba ácida democrática que el Perú pueda tener.

En democracia, sobrevivimos la amenaza autoritaria y golpista del fujimorismo, destituyeron al gabinete Zavala, intentaron vacar y provocaron la renuncia de PPK; en sucesión constitucional, transición democrática y traición política Vizcarra asume la presidencia, traiciona al fujimorismo y provocan una crisis con reformas políticas impensables, el congreso destituye un segundo gabinete (del Solar) y genera la disolución constitucional del congreso. El nuevo congreso, previa renuncia de la segunda vicepresidente, con cuestionamientos de incapacidad moral a Vizcarra logró vacarlo, designó a su presidente Manuel Merino como presidente de la transición, solo duro 5 días, la protesta ciudadana lo renunció, el congreso renovó su directiva, Francisco Sagasti asumió la presidencia y lideró la transición democrática. Todo vivido y sorteado en democracia, con salidas traumáticas pero constitucionales, nuestra democracia no fue rota, no es frágil.

En crisis llegamos, el 2021, al recambio de gobierno, la polarización electoral fue mayor a las anteriores, el fujimorismo convencido de su triunfo ante el rival menos fuerte y preparado, llenó su campaña de soberbia, odio y menosprecio, su poco tacto, tino, vocación y vena autoritaria la amplio a sus opositores; volvieron a perder, negar y ningunear al triunfador, esta vez, dispuestos a no dejarlo asumir la presidencia ni dejarlo gobernar. Sobrevivimos en democracia la envestida de la oposición y congreso que ha provocado 7 gabinetes y una centena de ministros en menos de dos años de gobierno, cuatro pedidos de vacancia, el torpe y bufo autogolpe de Castillo, otra sucesión constitucional con otra vicepresidencia que asume traicionando a su propuesta de gobierno. También hemos sobrevivido, en democracia, al gobierno más incapaz, inexperto grotesco y repleto de corruptos en toda la estructura estatal. Es heroico y fuerte que nuestra democracia sobreviva este periodo de ineficiencia gubernamental del ejecutivo y congreso, de gobierno y oposición. Nuestra democracia no es débil, es joven aún, pero es fuerte.

En democracia, “pactando” con la oposición Dina llega al gobierno y, traicionando su propuesta de campaña, gobierna con ésta, tiene legalidad constitucional. La fragilidad y pérdida de legitimidad pretende resolverlo con el apoyo político de la derecha congresal, el soporte de las FFAA y PNP, el aval de los grupos de poder y el respaldo “interesado” de la prensa nacional. La crítica y duradera protesta nacional no la dejará gobernar; la comunidad internacional empieza a preocuparse por el autoritarismo, asesinatos y violación de los DDHH y; el estancamiento económico y falta de empleo empiezan a sentirse. Aun así, nuestra democracia, está más cerca de otra transición democrática que un golpe de estado. La fragilidad gubernamental y carencia de legitimidad, la crisis de gobernabilidad y representación, la incapacidad para gobernar auguran otro gobierno de transición congresal antes que uno fuera de las reglas democráticas. Nuestra democracia es dúctil y rara.

Nuestra democracia funciona a pesar de gigantescas amenazas internas: corrupción, narcotráfico, contrabando, minería ilegal, tráfico ilegal de madera, flora y fauna, trata de personas, crimen organizado, informalidad, ineficiencia gubernamental  y, una burocracia y tecnocracia que se han apropiado del estado sin importar el gobierno. Nuestra democracia representativa muy dúctil a dichas amenazas las ha integrado en su sobrevivencia. En democracia, estos 22 años hemos logrado un sostenido e histórico crecimiento económico, reducción de la pobreza y de la deuda externa, acumulación de reservas y modernización tecnológica. Nuestra democracia padece problemas estructurales, sociales y culturales, a pesar de ello, muestra avances importantes e impensados.

Es fuerte nuestra democracia si sobrevive la conversión de la política en expresión de intereses privados y particulares en lugar de los públicos y nacionales; si sobrevive la mutación de los partidos en vientres de alquiler, clubes electorales y bandas criminales; si puede mostrar que políticos, empresarios, militares, presidentes, ministros, congresistas, generales, gobernadores regionales, alcaldes, magistrados van presos o están presos gracias a procedimientos democráticos. Para unos el Perú expresa la judicialización de la política y/o politización de la justicia, nosotros insistimos que nuestra rara democracia es expresión de la criminalización de la política, economía, justicia, el gobierno y estado en general al haber dejado la misma al servicio del interés privado o de grupo y no al público y nacional. Es rara, dúctil, peculiar nuestra democracia pero no frágil ni débil.

No somos una democracia plena como deseamos, somos una democracia repleta de problemas y bondades que van más allá de ser una democracia defectuosa; no somos un gobierno dictatorial aun, a pesar que el gobierno y muchos quisieran serlo; tampoco somos un “país híbrido”, democracia con rasgos autoritarios o dictadura con rasgos democráticos, democradura o dictablanda. El Perú es una democracia joven y fuerte, dúctil y moldeable, rara y peculiar. Amenazada de ser rota, siempre, pero hoy, insisto estamos más cerca de una transición democrática constitucional que de un golpe de estado y, eso, demanda compromiso por protegerla y fortalecerla. No somos un país híbrido, somos un Perú democrático, la clasificación de The Economist, que baja al Perú de democracia defectuosa a país híbrido, pero como hubiera dicho Camotillo el Tinterillo: Perú ¿hibrido? “Huiflas, never in the life”.

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