Por Ántero Flores-Aráoz
Hasta el cansancio, los conocedores de la acción terrorista, como por ejemplo Luis Giampietri, Carlos Tubino, Marco Miyashiro, Héctor John Caro, Antonio Ketin Vidal, entre otros, advirtien que no se puede bajar la guardia.
Ésa advertencia, que siempre he compartido, es cierta, pues cuando la sociedad se confía motivada en qué pese al pase del tiempo no ha pasado nada grave, ello si puede pasar y se comienza usualmente con acciones de terror de menor calibre como son las emboscadas que aún se producen en el VRAEM.
Tenemos que tener claramente presente que para los terrucos ideologizados, el tiempo es su gran aliado y no les importa que pasen y pasen los años, pues su consigna es tomar el poder por las armas, pero antes preparar a los sectores sociales, que valiéndose de los beneficios de la Democracia, hagan sus protestas escondidos entre quienes legítimamente tienen reivindicaciones pendientes y reclaman por ellas.
Hay quienes indican, cual lornas, que en el VRAEM ya no existe mayores acciones de terrorismo, y la extensa zona casi está pacificada. Error, si bien es cierto habría bajado el contenido ideológico de los terroristas y aumentado en dicha zona el crematístico por su asociación con el narcotráfico, ello no los ha desaparecido y si no hay combates de consideración con bajas y heridos desde ambos lados, es porque lamentablemente no se combate lo suficiente en la zona.
No nos engañemos ni seamos ingenuos, los terroristas no se dan por vencidos, y si en la zona a la que nos referimos, el derramamiento de sangre es menor, ello se debe a falta de necesaria acción armada y punitiva desde el Estado.
Ya es hora de dejar de lado tanta hipocresía y asumir que no hay que dejar espacio ni resquicio alguno al terrorismo. Ya han salido y están otros por salir, luego de cumplir pena privativa de libertad, muchos de los que fueron condenados por terrorismo, y no hay convicción desde la sociedad que se hubieran arrepentido, lo cual, para evitar nuevos hechos de sangre y penetración de los antisociales en nuestras aulas universitarias y escolares, se requiere el seguimiento especializado y la utilización de las herramientas que el avance tecnológico confiere a los servicios de inteligencia.
Dejémonos de pamplinas y masoquismo. El terrorismo avanza y hay que atajarlo, sin temor a quienes incautamente pretenden que se gobierne con las armas normativas de tiempos de paz, cuando tenemos un enemigo al acecho y listo para el zarpazo de destrucción y muerte como lo fue antaño.
Han hecho bien Mauricio Mulder desde el Congreso y Carlos Basombrío desde el Gobierno, de advertirlo sin subterfugios ni maquillajes.
Si necesitáramos hacer modificaciones constitucionales parciales o cambios en la legislación penal, pues manos a la obra, los Derechos Humanos de más de treinta y tantos millones de peruanos, están por encima del de los terrucos o si son tan cándidos de considerarlos ex terrucos. Esto va también para el Tribunal Constitucional que muchas veces solo vio la hoja y olvidó el bosque, y para quienes siguen afectando la libertad de los que nos salvaron de Abimael Guzmán y sus secuaces.