No crean que me equivoque, Loreto con Lorito; ocurre pues un fenómeno incomprensible en la naturaleza cotidiana de las cosas y del entorno de la realidad en el suelo de nuestro extenso territorio, en donde se manifiestan y registran eventos poco admisibles en una sociedad medianamente racional y con instituciones creadas con roles específicos, operativamente fuertes para hacer cumplir normas y procedimientos legales, y flexibles para adaptarse a las condiciones de un contexto cambiante por los rápidos eventos mundiales. Desde hace ya varios años, el Comité del Agua de Iquitos, liderado por el profesor José Manuyama, viene denunciando y haciendo incidencia social para que los operadores de dragas financiadas por colombianos y brasileños, asentadas en la cabecera de cuenca del río Nanay, expandieran su radio de acción y no se convirtieran en una zona liberada como en Madre de Dios.
Pasaron años de esfuerzo de los miembros del Comité del Agua, del cual forme parte, y las dragas en el río Nanay en vez de reducirse en número, se multiplicaron, con todo los efectos negativos en la contaminación de las aguas por las sustancias químicas que expulsan, y siendo sus aguas la fuente primaria de consumo del líquido elemento tratada en las plantas potabilizadoras para abastecer, en teoría, a los 476 mil habitantes (2020) de la ciudad metropolitana de Iquitos.
Desde el presente año y durante la pandemia, distintas organizaciones y reportes periodísticos vienen reportando hechos del efecto multiplicador que viene causando la escasez del preciado metal en la ciudad de Iquitos. Antes de la pandemia, el gramo del oro en Iquitos se cotizaba en s/190 el gramo, al mes de agosto su valor se incrementó en 21 por ciento, alcanzando s/ 230 el gramo; y esta cotización no es debido una mayor demanda, por el contrario, el consumo disminuyo considerablemente.
Ante una menor oferta de oro en el mercado, varios empresarios del sector de joyería y bisutería trasladaron sus miradas a las cajas municipales y otras instituciones que tienen como negocio los créditos pignorativos, para la adquisición de joyas en prendas caídos en condición de impagos y entrada en remate.
El aumento de precio del oro, fue el factor detonante para incentivar la aparición masiva de dragas en la cabecera del río Nanay, ante la mirada impasible de las múltiples instituciones públicas relacionadas con la conservación y protección del medio ambiente natural y la seguridad pública, porque la expansión de este negocio ilegal trae consigo efectos colaterales de múltiples dimensiones, tan igual como perverso de la hoja de coca.
La cabecera de cuenca del río Nanay viene siendo atacada por un grupo de poder que, al parecer ingresó, suavemente, a las instituciones públicas, fuerzas del orden y a los mismos moradores, para mantener su negocio ilícito de buen rendimiento, de rápido crecimiento y con una resiliencia admirable por la capacidad de reacción ante las avisadas acciones de interdicción que destruyen las artesanales embarcaciones.
Un acontecimiento parecido, y también potente en términos de resultados, es la muerte lenta del lago Morona Cocha, que hace 35 años viene sufriendo los estragos de la paciencia e inoperancia de autoridades locales e instituciones públicas. Ahí está, frente a nosotros muriendo lentamente y ubicada atrás de la ciudad metropolitana de Iquitos que viene creciendo de una manera acelerada, desordenada e informal, del lago que alguna vez disfrutamos de su paisaje, de sus recursos de flora y fauna y de su majestuosidad de sus bosques.
