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GRAN EMPRESA, PEQUEÑA NACIÓN

GRAN EMPRESA, PEQUEÑA NACIÓN

Por Manuel Ernesto Bernales Alvarado – Politólogo y Administrador Público

Sobre el acuerdo con Odebrecht.

“Las culturas autóctonas han sido transformadas irreversiblemente… subsiste una dependencia global del Perú hacia el exterior. Y dentro del país hay siempre grupos dominantes y masas dominadas”.

Poco falta para que 36 años nos separen físicamente de Jorge Bravo Bresani, a quien siempre llamé Don Jorge. Un hombre esencialmente bueno, patriota más que nacionalista, no solo nacionalista. Pocos como él practicaban el respeto activo académico y político (*). El título e ideas del breve y notable ensayo que da nombre a esta nota surgió, indetenible, cuando miraba el panorama de los que se manifiestan abiertamente a favor o en contra, y sobre todo de quienes guardan silencio, muchísimos, sobre el acuerdo con Odebrecht (Od). Tanto silencio de muchos revelaría, nuevamente, una pauta cultural dominante, la de la “prudencia” criolla, el acomodo y otras palabras que se emplean más como adjetivos negativos.

No es motivo de esta nota el análisis o juicio sobre el acuerdo con Od que vino firmado, con añadidos a mano que en estos tipo de asuntos revelan prisa o algo peor. Fue revelado por otra fuente y no la usual, por lo que de inmediato fue denostado como ilegal y obstruccionista de la justicia. El acuerdo, evidencia de dominio público, está jurídicamente objetado. Se defiende con el argumento de que su no cumplimiento o modificación favorecerá a los corruptos y practicantes de la impunidad. No es necesario repetir quiénes son los acorralados, por causas relacionadas con su empecinada actuación. Rasgos del identikit del acuerdo: se contrae a un mínimo de actos de corrupción e ineficiencia que todo el mundo conoce; la empresa favorecida, Od, e indirectamente sus socios y gananciosos con la ganancia de ella, pagará en diez años una irrisoria cantidad de soles; cobrará en cambio muchos millones; no abandona sus juicios por miles de millones de dólares contra el Estado, en neto perjuicio de millones de peruanos por décadas. Solo colaborará premiada en ese minúsculo grupo de delitos, aún no sentenciados, dejando por fuera no pocos por miles de millones de dólares que constituyeron escándalo desde que se conocieron.

Llama la atención de que se diga que en mil páginas celosamente guardadas, y quizás conocidas por autores de destapes anteriores, sí hay acuerdos justos para el Perú. El acuerdo con Od, hecho anunciado formalmente antes de la última Navidad, con fundamento en Decretos del Ejecutivo para el proceso de administración de justicia, es impensable que no haya sido fraguado como parte del conflicto por el poder, de la política de hechos y discursos contra un notorio sector, por desgracia no el único, de los practicantes de la corrupción y la impunidad. Los herederos del fujimontesinismo y del alanismo están proyectados como enemigos únicos de la integridad pública y la decencia privada. Ellos mismos, por sus dichos y actos, ayudan a verse como exclusivos protagonistas de los males del país. Políticamente hablando las derechas, permítanme expresarme así, no necesitan ya del fujimorismo ni del alanismo. Muchísimas de sus actuaciones, directas e indirectas, en los poderes del Estado y en el interior, evidencian hechos execrables. Abonan a ese discurso y percepción, la sistemática aplicación de las reglas de la propaganda política y adaptación de la guerra política, criolla e importada, mediante empresas y consultores conocidos, nativos o no, bien remunerados inclusive con dinero fiscal, o sea de todos nosotros contribuyentes.

En días pasados, cuando releía a Bravo Bresani, Perroux y Byé, también revisaba datos sobre el asesinato de Pardo, 1878. Ante tan importante contrato, acuerdo o convenio, en nombre del Estado, que compromete y obliga a todos los peruanos durante más de una generación, paguen o no impuestos, pensé en el Contrato Dreyfus, firmado por Piérola (quién iba a ser si no él), más que en el Acuerdo Mercado-De la Flor-Green, o en los juicios del Putumayo. Redoblé mis consultas sobre lo convenido con Od. Mi reflexión como ciudadano peruano es sobre el panorama que veo desde mi circunstancia. Contacté a varones y mujeres, dirigentes y líderes de la academia, la política, el funcionariado del Estado, la empresa privada, civiles y militares de distintas opciones políticas e ideológicas, principalmente de Lima y asiduos de redes electrónicas o sociales. He preguntado a más de 80 personas, si han leído y analizado el menguado documento. Luego he pedido su parecer. Pocos respondieron: Una persona me dijo que no desea verse en problemas; obvio no mencionaré a nadie. Dos ciudadanos de respeto varón y mujer , han respondido con criterio legal y de prudencia. Otros dos varones condenando a los impugnadores por hacer sabotaje a la ley y al Ejecutivo, aunque no habían leído ni analizado nada. Un varón, no dice haberlo analizado, supongo que por lo menos lo leyó, porque es investigador y docente de maestrías, y que le parece de lo más negativo. Dos antiguos funcionarios muy bien preparados respondieron que no lo han analizado y dicen, a priori, que afecta al Ejecutivo. Un ex colega del servicio público internacional expresa que, interpreto yo, “peor es nada y …luego serán los otros”. Un profesional de ciencias sociales me alcanzó un ensayo apologético en favor de la aprobación del acuerdo argumentando razón de Estado y moral pública. Sólo dos me han copiado sus análisis que a la fecha son de dominio público público; dos personas, un oficial general en retiro y un politólogo, también arriesgan su parecer sin temor o “prudencia”, sin el moderato cantabile virreinal y republicano.

La polarización con apriorística opinión a favor y en contra de la agenda consagrada por los aparatos y actores mediáticos, prensa dominante y redes sociales, muestra conductas que vienen del pasado. Al parecer la dominante en ciudadanos que suelen hacer públicos sus pareceres, es la evasión del tema más importante del dia a dia y de 25 años por venir. Algunos notables opinantes antisistema se ocupan hasta de fenómenos naturales. Obviamente la situación en Venezuela, el desastre humano y ambiental de Vale en la Amazonía brasileña, el acuerdo de varias izquierdas en Junín, el viaje del Papa a Panamá, el desastre de San Juan de Lurigancho, que prudentemente se investiga, y las nuevas derrotas futboleras, dan cobertura al silencio y la escogencia de otro tema de análisis y crítica. Las encuestas por muestro casi cotidianas coinciden con lo reseñado y, a su vez, al ser comentadas sistemáticamente para aquellos que las siguen, refuerzan la idea de que es real e indiscutible lo que dicen, así como las exégesis de las mismas.

La opinión pública tiene el sello de la polarización, el fanatismo y el déficit de pensar analíticamente; lo evidencia la prensa dominante en Lima y provincias, las llamadas redes sociales; las calles, no hay “la calle”, una, sino varias desde San Isidro a San Juan de Lurigancho, La Punta hasta Chosica. Hay calles en distintos ámbitos de nuestra integral geografía física y humana, desinformada o manipulada, de escasa o nula lectura más allá de pasquines que obstaculizan las esquinas. Por ello es posible decir que gran empresa, pequeña nación, entraña una vigencia. Hoy vale como indicación de un mal Estado, (población, sistema institucional de gobierno, soberanía, independencia y autonomía), en desfavorable intercambio con una gran empresa, ejemplo de corrupción en las democracias contemporáneas. En ese Estado, el nuestro, también hay agonías, luchas por “ser, tener y valer más”. No hay liderazgos políticos serios y sobre todo confiables por su práctica, quehacer, y rigor conceptual, o al menos por un mínimo de coherencia de su discurso político. El proceso con el que ganó PPK, dejó en el camino a viejos y nuevos políticos, apoyados por intelectuales, periodistas y profesionales liberales o de ongs que hoy revelan esa inveterada “prudencia colono republicana”.

En la medida en que se acerque el proceso electoral seguro habrá recomposiciones, realineamientos y florecerán opiniones, destapes, endiosamientos y condenas. Adjetivos e insultos como cancha, más que ahora.Prevalece la ideología de desideologización y ultra pragmatismo. La sumisión y el seguidismo son rasgos que se dan no solo en colonialidad sino en otros contextos, -reestudiemos a Aníbal Quijano Obregón-. Por la relación de fuerzas políticas y el estado de la opinión pública, es improbable que el acuerdo con Od no sea aprobado. Tirios y troyanos están convencidos de que no se puede gobernar la globalización, por tanto es imperativo de buen gobierno, hacer creer que se vive de acuerdos y no de ilusiones. Me recuerdan la pequeña nación y la gran empresa.

(*) Ingeniero de la Escuela de Ingenieros convertida en Universidad Nacional Agraria, fue decano de su Facultad de Ciencias Sociales . Fue docente desde 1959 en el Centro de Altos Estudios Militares, CAEM. Se desempeñó como economista investigador y pensador, a nivel teórico, jamás panfletario o a la moda, del Perú y sus circunstancias. Nunca fui su alumno en universidad alguna. Le conocí como a Augusto Salazar Bondy, Luis Alberto Sánchez, Walter Peñaloza Ramella, Mario Alzamora Valdez, Emilio Castañón Pasquel, Alfonso Cobián, Rolando Ames y Manolo Moreyra por actividades académicas con propósito religioso y cívico lideradas por Gustavo Gutiérrez Merino en 1960. Primer presidente del Instituto de Estudios Peruanos y uno de sus fundadores; tuvo el patrocinio de Francois Perroux.

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