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ESSALUD Y SU INFORMALIDAD LABORAL

ESSALUD Y SU INFORMALIDAD LABORAL

Se ha generado un escándalo mediático debido a la aprobación, por parte del Congreso de la República, de un Proyecto de Ley que reconoce derechos laborales de los servidores del Sistema Nacional de Salud; es decir, de EsSalud, Minsa, gobiernos regionales, Sanidad Policial, sanidades de las Fuerzas Armadas y las municipalidades, ente otros. EsSalud ha respondido con vehemencia y ha argüido que esta norma significaría un gasto de S/ 1,100 millones, que no puede afrontar porque dejaría de invertir en más hospitales y dar mejores servicios a los asegurados. EsSalud no dice que tiene acreencias por cobrar por más de S/ 4,200 millones y que la precariedad laboral de sus propios servidores los expone a enfermedades infeccionas y otras, como el Covid-19, que no podrán curarse porque carecen de seguro social.

La presidenta ejecutiva de EsSalud ha dicho que “no se puede desvestir un santo para vestir otro santo” y ha planteado una controversia entre los que creen que los hospitales, los equipos, los insumos y los medicamentos se manejan y se organizan por su propia cuenta para prevenir y curar, sin intervención humana; y los que creen que los recursos humanos, los médicos, los profesionales de la salud, los técnicos y auxiliares, son aquellos que ponen en movimiento los recursos materiales y que, con su esfuerzo físico e intelectual directo, resuelven los problemas de salud de la población.

Esta controversia tiene un componente de discriminación heredado, expresado en el concepto del “cholo barato”. Se cree que, por cada servidor despedido, existe una larga lista de ciudadanos que compiten por ocupar el puesto. La primera objeción a esa concepción es que hay escasez de médicos y profesionales de la salud. Cada médico que es despedido o fallece deja un puesto difícil de cubrir. Por ejemplo, el Perú requiere 80,000 médicos y a duras penas bordea los 50,000.

Es necesario recordar que la formación médica en promedio dura ocho años. Además, los estudiantes, culminada su formación universitaria, obtienen el titulo de médico-cirujano y además deben probar su suficiencia profesional, a través del Examen Nacional de Medicina (ENAM) para quedar expeditos para su colegiación, que es requisito indispensable para ejercer la profesión en el Perú. Es necesario remarcar que los profesionales graduados que no aprueban el examen deben volver a darlo hasta aprobarlo. La experiencia ha demostrado que hay egresados de universidades extranjeras que tienen una alta tasa de desaprobación del ENAM. La calidad del médico peruano es reconocida y es probable que la baja tasa de mortalidad que se observa en la pandemia Covid-19 se deba a esa formación.

Además, luego de la colegiación, el profesional de la salud debe realizar el Servicio Rural y Urbano Marginal en Salud (Serums), por un año, en el interior del país, en lugares “pobres y marginales”. Es la oportunidad en que nuestros profesionales toman contacto directo con la realidad nacional, con los usos y costumbres; y además, con las enfermedades propias de nuestro país. El costo en vidas de jóvenes profesionales en este servicio rural es doloroso. El Estado es incapaz de otorgar las medidas más elementales de seguridad personal. Son los héroes y heroínas que cada año enlutan a nuestro país.

Después del Servicio Rural, previo examen de admisión, realizan durante tres a cinco años una especialidad. Es decir, transcurren entre 12 y 15 años de formación, luego de haber sorteado cientos de exámenes y una serie de concursos de méritos. Sin embargo, algunos funcionarios no ligados a la medicina creen que la colegiatura del médico es idéntica a la que ellos han realizado en sus respectivos colegios profesionales; es decir, una colegiación automática, con el único requisito del titulo profesional.

El desconocimiento es tal que han llegado a contratar profesionales extranjeros con la sola presentación de su título, sin haber aprobado el ENAM, sin colegiatura y sin haber realizado el Serums, en clara violación de las leyes y exposición a riesgos de los pacientes peruanos.

La incomprensión de la escasez de médicos, el largo periodo de formación, la necesidad de atraer nuevas vocaciones para aumentar el número y la calidad profesional ha creado una suerte de confrontación con la concepción del “cholo barato”. La presente pandemia ha demostrado que el dinero solo puede comprar en el mercado aquello que ya existe. Los balones de oxígeno han demostrado que, a pesar de tener dinero, no es posible conseguirlos. Igual ocurre con los profesionales de la medicina y la salud.
¿El dolor y el caos de la pandemia no ha enseñado nada? La construcción de hospitales, “elefantes blancos”, no incrementará la capacidad de respuesta sanitaria de nuestro país, si no existen recursos humanos calificados. La precariedad de la salud solo se resolverá si se atrae a nuevas vocaciones y se revalora a las profesiones de la salud. El presidente debería promulgar la autógrafa de ley aprobada por el Congreso de la República que reduce la informalidad y revaloriza a los servidores del sector Salud.

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