El Perú es un país megadiverso, con tres regiones naturales con sus características, costumbres y cultura propias. Según el Ministerio de Cultura se tienen registrados 54 pueblos originarios y 47 lenguas confluyen junto al español. Por tanto, para arribar al entendimiento entre peruanos se requiere -más que acusaciones o promesas desmedidas-, incorporar el diálogo social en todos los objetivos estratégicos de los sectores del Estado, pues necesitamos que el Estado peruano mejore su comprensión de las diversas circunstancias y necesidades de todos sus pobladores.

El diálogo, en su sentido más primario es una conversación entre dos o más personas. Es un compartir y un escuchar a través de la palabra. El diálogo hace posible la comprensión de dudas, ideas, problemas e intereses de los dialogantes.

El fundamento del diálogo social es anticiparse al conflicto, es decir, es indispensable para evitar conflictos y para generar paz social y desarrollo económico. En el Perú la cultura del diálogo está en construcción, tal es así que la Constitución de 1993 no tiene referencia directa al diálogo, pero sí al respeto de la dignidad de la persona humana (artículo 1°) que tiene relación directa con la racionalidad humana centrada en la capacidad lingüística de comunicar.

Hasta el momento el diálogo en Perú ha sido limitado a situaciones de conflicto o estallamiento de crisis, más no ha sido utilizado como una herramienta para el entendimiento y el conocimiento del otro, que coadyuve a evitar procesos violentos, es decir, hasta el momento en nuestro país se ha manejado el diálogo como un proceso reactivo, cuando debería manejarse como una herramienta preventiva.

Según la Organización Internacional del Trabajo, “El diálogo social constituye no sólo un medio de progreso social y económico, sino también un objetivo propiamente dicho, toda vez que permite a las personas expresarse y defender sus intereses en la sociedad y en el lugar de trabajo”.

Que sea un objetivo del bicentenario nacional promover el diálogo social eficaz y evaluar los resultados de las actividades y acuerdos enmarcados dentro del diálogo, a fin de facilitar la toma de decisiones sobre las prioridades futuras. También deberíamos evaluar qué no ha funcionado hasta el momento, para reencausar las estrategias hacia resultados efectivos.

Asimismo, hace falta generar confianza en las instituciones del Estado y, en general, porque el contexto de desconfianza generalizada, en autoridades, instituciones, también influye en la persistencia de la conflictividad.

Se vienen tiempos difíciles, de gran descontento y polarización social, por tanto, urge que desde el gobierno se instale el diálogo social, como mecanismo de prevención y resolución de problemas y como un medio para lograr la equidad social, la eficiencia económica y la participación democrática.

Respetar el diálogo social es hacer partícipes a los ciudadanos de los procesos democráticos que nos involucran directamente, respetando sus creencias, sus concepciones de bienestar y desarrollo, reconociendo sus intereses, su modo de relacionarse, su cultura. Los gestores del diálogo deben contribuir con los marcos adecuados para la prevención y solución de conflictos y promover el diálogo social de manera más eficaz. ¿Estará el gobierno del señor Castillo capacitado e interesado en dialogar con todos los sectores o pasará a la historia como un gobierno que cerró las puertas al entendimiento y a la paz social?