Para no errar, siempre es conveniente recurrir a las fuentes y por eso hemos revisado, leído y releído el ideario y programa de gobierno propuesto por Perú Libre y presentado al JNE para la postulación presidencial de Pedro Castillo.
Encontramos una verdad y muchas falsedades, siendo la verdad, que en nuestro país hay mucha pobreza, a lo que tendríamos que señalar, sin embargo, que la pobreza disminuyó considerablemente en las últimas tres décadas, aunque no en magnitud suficiente, lo que nos tiene que llevar en el futuro cercano a redoblar esfuerzos para seguir reduciéndola.  Ojalá se pudiera terminar con ella, pero siendo realistas, ni siquiera en los Estados Unidos de América, el país más poderoso del mundo, se ha podido eliminarla integralmente.
Las proposiciones de Perú Libre, hechas suyas por su candidato presidencial, no solo no achicarán la pobreza, sino la incrementarán y ello por muchas razones, entre ellas las siguientes:
Porque se reconocen marxistas, leninistas y mariateguistas, o sea comunistas y, la realidad es que los países comunistas solo prosperaron cuando dejaron de lado o minimizaron sus tesis colectivistas.
Porque propugnan un Estado interventor, empresario y protector, cuando lo que se necesita es estimular y facilitar la actividad privada que es la generadora de puestos de trabajo y solventadora del Estado a través de la tributación.
Porque pretenden revisión unilateral de contratos y concesiones, con lo que atentan contra el estado constitucional de derecho y espantan la inversión.
Porque quieren lograr que la riqueza sea social, aboliendo la individual y grupal, lo que colisiona contra las expectativas personales de lograr bienestar con el trabajo, ahorro e inversión.
Porque insisten en la estatización de los sectores mineros, gasíferos, petroleros, hidro energéticos y comunicaciones, con lo cual ahuyentarán la inversión y alentarán la idea (por cierto no descabellada) que seguirán con otros sectores, incluso contra la propiedad privada de los inmuebles.
Porque anuncian la renegociación de la deuda pública, con lo que impedirán que el país sea objeto de crédito, tan necesario para su desarrollo y cubrir las deficiencias fiscales.
Porque dejarán de lado la reforma magisterial y la meritocracia en el sector educativo, lo que llevará a reducir la calidad de la enseñanza.
Porque anulan las reglas de mercado en la economía social de mercado que es la acogida por la Constitución y, ello con el control de precios, de triste recordación para quienes ya lo hemos sufrido, que lleva al desabastecimiento y colas.
Porque desean imponer la regulación a la prensa, lo cual en la práctica significa abolir la libertad de prensa y de expresión, que son garantías de la democracia.
Porque promueven terminar con la libertad para elegir entre el sistema pensionario público y cualquier otro privado. Ya conocemos de las deficiencias del sistema público.
Porque anularán tratados internacionales, muchos de los cuales han permitido incorporarnos a la economía global, cuyos beneficios se han ido percibiendo. Quienes van por esa vía se convierten en parias en el contexto universal.
Las alarmas están dadas y llevan a un descomunal descalabro.