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‘ASÍ NO, MR. TRUMP’, POR ISMAEL CALA

Fuente: Andina 

No podemos permanecer indiferentes ante el drama que han vivido miles de niños y sus familias en la frontera entre México y Estados Unidos”.

La emigración es un tema complejo. Fue el camino que escogimos millones de personas para irnos de nuestros países y soñar con un futuro mejor en otro lugar. En este sentido, siempre honro a las naciones que me acogieron con hospitalidad. Hemos sido afortunados, porque otros millones no pueden cambiar de geografía.

Nadie debe abandonar el sueño de transformar su destino, pero es difícil que se abran todas las puertas del mundo. Las puertas, hablando en sentido literal, pero también metafóricamente, son artefactos estrechos. Y así funcionan en Estados Unidos, pero también en México, con la presión migratoria que viene desde Sudamérica y Cuba; en República Dominicana, con los haitianos; o en Panamá, ahora con los venezolanos. Todos los países regulan sus flujos migratorios. Yo preferiría vivir en un mundo sin fronteras, pero me temo que eso es solo una utopía.

Dicho esto, y entendiendo que la emigración desordenada siempre es fuente de conflicto y necesita de regulaciones, no podemos permanecer indiferentes ante el drama que han vivido miles de niños y sus familias en la frontera entre México y Estados Unidos.

No pocos expertos consideran que el presidente Donald Trump ha intentado utilizar a los menores para forzar la aprobación de una reforma migratoria hecha a su medida, que también reduzca la emigración legal a Estados Unidos. Resultaría intolerable usar a niños con estos fines.

En este contexto, también sería deseable que las familias se abstengan de llevar a sus hijos en esas peligrosas travesías. En el pasado, miles de cubanos hicieron lo mismo para huir de la isla y sometieron a sus niños a verdaderas odiseas marítimas, como la que protagonizó el balserito Elián González a inicios de este siglo.

En cuanto al drama de las familias separadas, Estados Unidos debería buscar alternativas mucho más humanistas, porque los primeros siete años son trascendentales en la formación de un niño. A esas edades, los traumas dejan marcada la personalidad para siempre. Una separación produce miedo, desolación, angustia, y esto les crea un tatuaje mental de desesperanza. Al decir de Aldous Huxley, el miedo ahuyenta al amor, a la inteligencia y la bondad, “y solamente queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”.

Afortunadamente, se han alzado muchas voces que hacen la diferencia en todas partes, dentro y fuera del país. Estados Unidos es una democracia en la que la opinión pública cuenta. Y la sociedad humanista ha dicho bien alto: ¡Así no, Mr. Trump!