RCR, 12 de mayo de 2025.- La gran variedad de fauna silvestre en el Perú ha permitido el desarrollo de tráfico de animales que en los últimos años han alcanzado cifras preocupantes y con un gran número de animales afectados.
David Landa, ecologista e integrante del Colectivo Moyobamba 500 Años, resaltó que desde de 2001 hasta la fecha se han traficado alrededor de 100.000 ejemplares de vida silvestres y siendo que sobrevive 1 de cada 10 animales silvestres capturados, tenemos que aproximadamente un millón han desaparecido.
Indicó que el tráfico de animales silvestres mueve alrededor de 20 y 23 mil millones de dólares en todo el mundo, convirtiéndolo en la cuarta actividad ilícita más lucrativa a nivel global, después del tráfico de armas, drogas y de personas:
El tráfico de fauna silvestre en el Perú.
Expresó que actualmente es en la selva peruana donde prolifera esta actividad ilícita, siendo los puntos más conocidos el sur de Madre de Dios, Ucayali, Pucallpa, Loreto, Amazonas. Finalmente, Lima es el punto final donde se realiza el mayor comercio ilícito de los animales silvestres.
Señaló que, a comparación de otros países donde se desarrolla esta actividad, el Perú se encuentra en una situación no tan crítica; sin embargo, existen muchas brechas por cerrar para terminar con este mercado ilegal.
“Se han endurecido las penas en el Código Penal de 38 A de delitos sobre tráfico de especies. Se considera ya un agravamiento de la pena que podía ser ya con penas que van 8 o 10 años en la modalidad de asociación ilícita para delinquir”, resaltó.
Asimismo, sostuvo que el tráfico de animales silvestres debe venir acompañado de un cambio social e ideológico que permita que la población entienda la seriedad del caso y que un animal silvestre no es una mascota.
Puntualizó que es necesario establecer más centros de rescate, recuperación y reinserción de animales traficados o donados, pero que para ello es sumamente importante que el estado de incentivos, como por ejemplo la exoneración de tributos prediales a estos espacios (cuando se establecen en bosques peri o intraurbanos) y asumir la formalización de los mismos.
