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PAPA FRANCISCO: IGLESIA DE SAN PEDRO SERÁ TESTIGO DE SU ENCUENTRO CON HERMANOS JESUITAS

Fuente: Andina

El Papa Francisco, el primer Papa jesuita de la historia, tendrá un emotivo encuentro con sus hermanos peruanos de la Compañía de Jesús, en la iglesia San Pedro, ubicada en pleno corazón de Lima, la que recibirá a su visitante más ilustre en sus 400 años de historia, este viernes 19.

La emoción está a mil por hora entre los responsables del templo. El sacerdote Rodríguez es la cabeza visible de la organización para recibir al Santo Padre. El trabajo se ha planificado con meticulosidad para restaurar, reparar y corregir todo lo necesario a fin de que el Pontífice sea recibido con todos los honores.

Allí ya se respira la presencia de Francisco. El ajetreo de los trabajadores es notorio, hay que dejar todo listo a tiempo, las luces, el sonido, los retoques, todo tiene que lucir al nivel del visitante que llegará.

Las llamadas al celular del párroco no cesan. Y él, solícito responde que todo va por buen camino, que hay que mantener la calma, que ya se terminan las reparaciones, que todo está fríamente calculado.

Iglesia san Pedro

Y es que la emoción se desborda en todo los niveles, desde la cabeza de la Orden hasta el más joven de los sacerdotes, porque será el gran encuentro del primer papa latinoamericano y el primer papa jesuita de la historia con sus hermanos de la Compañía de Jesús del Perú. Tendrán cerca de media hora solo para ellos, con una agenda que es “top secret”.

“No sabemos de qué nos hablará, no hay una agenda prevista, nosotros lo escucharemos y solo en ese momento se develará el gran misterio de su mensaje”, comenta Rodríguez a la Agencia Andina.

Francisco ingresará por un espacio que es la Penitenciaría de San Pedro. Allí estuvo el segundo templo que se construyó en el siglo XVI. Al levantarse la actual basílica, este lugar quedó para la catequesis, los conciertos y para la reunión de grupos específicos que se formaban en la fe católica. Aquí llegaban las esclavas negras en su día de permiso al mes para escuchar el mensaje del evangelio a través de escenas de la vida de Jesús.

Este espacio está adornado con diversas pinturas trabajadas entre los siglos XVI y XVII por pintores locales no reconocidos que se basaban en grabados flamencos traídos desde fuera. La pintura principal está realizada en base a un grabado del genial pintor barroco flamenco Pedro Pablo Rubens.

“Todo esto se conserva gracias a los recursos que recibimos de la generosidad de la benefactora Ignacia Rodulfo viuda de Canevaro, quien en su testamento expresó su deseo de mantener la Iglesia de San Pedro como un monumento en toda su belleza”, recuerda.

El Papa circulará luego por un espacio donde se guardan en vitrinas las vestiduras y otros objetos usados en el siglo XIX para las ceremonias litúrgicas, porque las más antiguas fueron repartidas a otros templos, tras la expulsión de los jesuitas del Perú en 1767. “Y los 20 cajones con platería salieron de aquí con rumbo desconocido. Se los llevaron en barco con destino a España pero no sabemos más”.

Iglesia San Pedro

En este espacio, que se espera que algún día cuando se superen algunos problemas administrativos, sea convertido en un museo, hay dos hermosas pinturas del padre jesuita y artista Bernardo Bitti: Nuestra Señora de la Expectación del Parto o Virgen de la O, rodeada de ángeles que preparan la cuna para el nacimiento de Jesús y del lado derecho otros ángeles que preparan los pañales. Al frente hay una imponente figura de la Virgen de la Candelaria.

La sacristía
El escenario más importante para esta visita histórica será la sacristía. De allí se han sacado los muebles a fin de tener un espacio más cómodo para el esperado encuentro, en el que estarán presentes 100 de l0s 142 jesuitas que hay en el Perú.

Estarán desde los jesuitas más jóvenes aún en formación hasta los sacerdotes mayores ya retirados. Algunos que presentan discapacidad serán especialmente trasladados al lugar. Quienes no podrán acudir a esta cita son aquellos que realizan su noviciado en el exterior.

Iglesia San Pedro

Este lugar es de una belleza impresionante. Su retablo mayor tiene la imagen de la Coronación de la Santísima Virgen, la obra mayor de Bernardo Bitti, un cuadro de fines del siglo XVI. La sacristía está rodeada de pequeños retablos “como una especie de corte celestial” con imágenes de los santos fundadores de las órdenes religiosas de esos tiempos. Todos son grabados flamencos.

El techo de la sacristía tiene un aspecto especial. Cuando la bóveda original se derrumbó durante un terremoto, se construyó un techo plano de madera con bellas ornamentaciones que son escenas de la vida de San Ignacio de Loyola. Antes la parte alta lucía pinturas de plantas y flores, “como si fuera un gran jardín”, comenta el padre Rodríguez.

“Esta sacristía, a decir de los historiadores del arte, es la mejor expresión del barroco limeño”, resalta el religioso.
 
Con San Ignacio de Loyola

Una vez culminado el encuentro con los jesuitas, su Santidad se desplazará hasta el templo de San Pedro, en cuyo presbiterio se encuentra el retablo mayor del Santuario Arquidiocesano del Corazón de Jesús, con imágenes de San Pedro y San Pablo a los lados.

Aunque no está programado, se espera que Francisco se dirija hacia el ala izquierda del templo donde está la imagen de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús. Se trata de un retablo barroco estilo italiano de color oscuro y sin pan de oro. Al pie del mismo estará la reproducción de la imagen de Nuestra Señora del Populo o Virgen de San Lucas, la patrona de Roma.

Iglesia San Pedro

“Colocaremos una vela especial y esperamos que el Santo Padre la encienda”, dice y comenta jocosamente que la imagen que estamos apreciando en ese momento “es del Nacho (Ignacio) suplente, porque el titular está en restauración”.

El padre Rodríguez confiesa que se le “mueve el corazón” de saber lo que le espera porque nunca imaginó que un Papa llegaría a  lo que él llama su casa y que además tendría la oportunidad de acompañarlo en exclusiva en estos desplazamientos por el templo. Un privilegio de pocos para recordar por siempre.