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LOS COLIBRÍS DE NORBIL Y EL VALOR DE LA NATURALEZA

Por: Beto Cabrera Marina

Una lección de vida y de amor a la naturaleza es lo que el agricultor Norbil Becerra muestra al mundo desde los Bosques del Valle del Alto Mayo en la región San Martín.

Se trata de la Reserva de Avistamiento de Aves Arena Blanca ubicada en el Centro Poblado Aguas Verdes, distrito Pardo Miguel en la provincia de Rioja. El emprendimiento ha sido destacado por el programa Turismo Emprende del Ministerio de Comercio y Turismo, el mismo que promueve la creación, desarrollo y consolidación de proyectos privados vinculados a la actividad turística que contemplen aspectos de conservación, uso sostenible y desarrollo económico.

Los proyectos que califican son incorporados por este programa y tienen acceso a un fondo económico evaluado y supervisado para que para que en un plazo determinado logren consolidarse. Arena Blanca Rubros es la única propuesta de emprendimiento que calificó en la región San Martín.

Cabe indicar que el programa Turismo Emprende, lanzará en breve una nueva convocatoria. Las inscripciones se realizarán en línea a través dirección electrónica consulta@turismoemprende.pe, o visitando el portal www.turismoemprende.pe.

SUEÑOS Y EXPERIENCIA

Norbil, se inició como criador de cerdos, luego incursionó en la actividad maderera sin un mayor concepto y conciencia de lo importante que era la conservación de los recursos naturales. Gracias al apoyo de instituciones preocupadas por la preservación de la naturaleza y al autoaprendizaje, se convirtió en un convencido guardián del bosque y de la riqueza que ella representa y aporta a la humanidad.

Norbil, Becerra

Es así que hoy es un aliado incondicional de la conservación del bosque del Alto Mayo. Con el apoyo de su familia transformó su pequeña estancia en un refugio para una variedad de colibríes, aquellas bellas aves “de miniatura”, así como de perdices.

“Llegué a Moyobamba a los 16 años desde Cutervo (Cajamarca). Cuando mi primer hijo tuvo edad para iniciar sus estudios me instalé en Aguas Verdes (Rioja). Mi hermano firmó los Acuerdos de Conservación del Bosque del Alto Mayo y me comentó sobre sus beneficios, me interesé, pero la gente estaba desconfiada”, apuntó. “Te vas a poner la soga al cuello, no te van a dejar tumbar ningún árbol y te van a quitar tus tierras”, me decían. Aun así, formamos un grupo de diez personas y firmamos.

Empecé con los cultivos de café. A los tres meses me hicieron promotor al ver que tenía los mejores plantones y me llevaron a una pasantía en San Ignacio (Cajamarca). “Desde el primer día observé que algunos ingenieros salían tempranito y regresaban después del desayuno, me enteré que iban a un observatorio de aves. Cuando me mostraron los bebederos de las aves y todo el trabajo que estaban haciendo en ese lugar, experimenté algo muy fuerte dentro de mí”, relató.

“Inmediatamente recordé que estando en casa (en Aguas Verdes) veía llegar a los turistas desde una trocha. Eso llamaba mucho mi atención y nadie sabía explicarme qué era eso tan interesante que venían a ver”, señaló. En tono irónico comentó que sus vecinos le decían que ‘los turistas venían a ver oro’. “Cuando vi el observatorio de aves tuve la respuesta”, precisó.

“Acondicioné un camino en mi terreno, construí una casita, una forma de escondite desde donde se pudieran observar a las aves. La gente cree que este es un trabajo suave para el que quiere llevarse las cosas fáciles, pero no saben hasta qué punto uno debe arriesgar y apostar por su idea. Hubo un tiempo en que mi vecino empezó a tumbar su bosquecito casi hasta donde yo estaba construyendo mi primer observatorio, me estaba malogrando el trabajo, así que decidí cómprale la tierra”, manifestó.

“Llevamos más de dos años sin tocar el bosque, de modo que ya se está recuperando. Un día estaba caminando en el bosque y me crucé con un grupo de perdices, entonces empecé a regar maíz, observando con paciencia, vi que la perdiz cogía y soltaba el maíz entero, entonces aprendí que tenía que moler el maíz y las aves empezaron a comer… Luego empezaron a llegar otras aves”, señaló.

“Actualmente, vienen colibrís, los gallitos de las rocas, las perdices a diferentes horas. La construcción del primer observatorio lo hice con mi hijo por las noches para no perturbar a las aves. Ahora nos visitan pajareros de todas partes del mundo, cuando vuelven a sus países me recomiendan con otros. Mi vida ha cambiado por completo. Conozco a ornitólogos, biólogos, guías de turismo, fotógrafos y sé el nombre científico de las aves que vienen por aquí, es decir, cada vez me involucro más en este mundo, un mundo más simple, un mundo en armonía como los colores del Gallito de las Rocas, ágil y delicado como el vuelo de los colibrís”, dijo Norbil visiblemente emocionado.

En conclusión, el planeta necesita de más personas como Norbil, que entiendan y nos hagan entender el valor de la naturaleza y por qué debemos cuidarla día a día y por qué áreas con tanta riqueza natural y vivencial como los Bosques del Valle del Alto Mayo deben ser preservadas como un tesoro.