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“LAS ETIQUETAS SON MALAS, SI QUIEREN PONERME UNA, DIGAN QUE SOY DEPORTISTA”

Fuente : Diario el Pueblo de Arequipa

Shirley Eliana Maszynski nació en Lima, en San Juan de Lurigancho en el año 1993, tiene 27 años; ha vivido en su ciudad natal, en Tacna, Puerto Maldonado y en Arequipa, ciudad que aprecia, ama y donde decidió quedarse y radicar, por lo hermosa e incomparable que es.

Subcampeona sudamericana de Kickboxing a sus 25 años, en el Campeonato Sudamericano de Kickboxing Lima 2019, esta deportista nos demuestra que a pesar de las precariedades y dificultades que muchas veces la vida nos puede plantear, el deporte es una herramienta para poder enfrentar a la vida y salir adelante.

No eres deportista a tiempo completo, ¿cómo llevas tu vida normal?

He tenido distintos trabajos y por motivos de trabajo me he mudado a varios lugares. En Lima estuve trabajando en una funeraria por ejemplo, donde desempeñé la función de tanatopractora* por un lapso de 2 años aproximadamente. Un trabajito que apreciaba la verdad, porque no soy de lidiar mucho con las personas y me encargaba de dejar a los muertitos impecables, después la satisfacción de escuchar a las familias decirte, “es como lo recuerdo”.

Qué bonito, conocer un poco más de ti y conocer esa faceta tuya de tanatopractora, dime por favor ahora, tres momentos que consideres tú, muy importantes en tu vida.
El primero sería cuando salí del albergue, del Domingo Savio de Tacna, a mis 11 años donde estuve por unos 2 meses aproximadamente. Durante ese tiempo conocí a muchas chicas que habían vivido cosas horribles, esa época a mi también me sirvió para descubrirme, esas chicas habían vivido violencia física, sicológica, sexual; eran pandilleras que no habían cometido delito pero no había nadie que se haga cargo de ellas y el albergue las cuidaba.

Lamentablemente la violencia está presente en todos lados, tengas o no tengas dinero, no influye, está presente en todos los estratos.

Entrar al albergue fue una experiencia fuerte y cambiante, me permití abrirme con ellas y ellas conmigo y eso me permitió crecer, entrar al albergue fue una experiencia de crecimiento.

Ahí yo pude cambiar en algo sus vidas y ellas la mía y sabes, ahí también fue mi primer proyecto musical y ahí empecé a hacer mis primeros pininos de beatbox. Al albergue lo dividía una pequeña reja, al pabellón de mujeres y al de hombres, las chicas que querían ir a conversar con los varones se acercaban a las rejas y salían sus batallas de rap.

¡Qué genial!, deberíamos de rescatar esas intenciones creativas y artísticas de los niños y jóvenes. Ahora cuéntame por favor, ¿cuál sería el segundo momento?

El segundo sería cuando fui al sudamericano. La luchamos mucho la verdad para llegar, porque lamentablemente la corrupción que había le puso trabas a un grupo grande de deportistas que habían clasificado a Lima, éramos como unos 60 y la federación de kickboxing nos reunió y nos dijo que lamentablemente no había el presupuesto y que los que quisieran participar, debían de comprar su uniforme y además, tenían que pagar sus inscripciones que eran unos $ 70 al campeonato que estaba organizando Perú, el IPD, por parte de la Federación en el 2019.