RCR, 16 de octubre de 2025.- El Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) fue distinguido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con el Premio Global de Buenas Prácticas e Innovación en Producción y Protección Sostenible, en reconocimiento a su trabajo científico de más de dos décadas en la conservación de los bosques y humedales amazónicos.
La presidenta ejecutiva del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana, Carmen García Dávila, destacó que este reconocimiento valora el esfuerzo de más de 20 investigadores dedicados al estudio de los humedales, chupaderas y turberas, grandes almacenes de carbono y representan un gran recurso, ya que podría ser vendidos como bonos por servicios ecosistémicos.
“Este reconocimiento se da en el marco de la gran labor que tiene el IIAP de protección a los bosques, lo recibimos con mucha satisfacción porque reconoce el trabajo de más de 20 investigadores, considerando que durante muchos años venimos estudiando por 20 años los humedales o chupaderas cuando poca importancia se les tenía, pero se logró que sean reconocidos a nivel de Sudamérica”, dijo a través de Red de Comunicación Regional (RCR).
Explicó que las turberas o chupaderas son grandes reservorios naturales de carbono formados por materia orgánica que no se ha descompuesto debido a la falta de oxígeno, además almacenan millones de toneladas de carbono y cumplen un papel vital en la regulación del clima mundial.
“Estos bolsones se mantienen secuestrando el carbón, que constituye un gran recurso porque puede venderse como bonos por servicios ecosistémicos. Antes eran considerados terrenos inútiles, pero hoy se sabe que son esenciales para el equilibrio ambiental. Si se degradan, el carbono almacenado se libera a la atmósfera, contribuyendo al cambio climático”, señaló.
Precisó que el IIAP ha desarrollado una metodología innovadora basada en drones e inteligencia artificial para identificar las palmeras de aguaje, principales componentes de las turberas, y calcular su biomasa. “La tecnología permite estimar tanto la biomasa de los árboles como la de los frutos, asignándoles un valor económico y ecológico dentro de los llamados bonos ecosistémicos”, afirmó.
En ese sentido, García también resaltó el impacto social del aguaje, fruto emblemático de la Amazonía, que no solo sostiene economías locales, sino que también forma parte de la cadena alimenticia de numerosas especies de fauna amazónica.
“En Iquitos se consumen 20 toneladas diarias de este fruto, y además tiene un profundo valor cultural para las comunidades indígenas, como los urarinas, que utilizan la fibra de la palmera para elaborar artesanías sin dañar el ecosistema”, indicó.
Adelantó que el IIAP evalúa cómo los aguajales actúan como sumideros o emisores de carbono, utilizando una torre de monitoreo de 45 metros ubicada en Quistococha, cerca de Iquitos. “Hemos observado que algunos ecosistemas, debido a la cercanía con la ciudad, han empezado a liberar carbono. Por eso es fundamental monitorear su comportamiento frente al cambio climático”, recalcó.
Finalmente, anunció que para 2026 se instalará una nueva torre de observación en la reserva Pacaya Samiria, con el objetivo de comparar un ecosistema intervenido con otro prístino. “Nuestro compromiso es aportar conocimiento para la sostenibilidad de la Amazonía peruana, proteger sus recursos y fortalecer su papel en la lucha global contra el cambio climático”, concluyó.
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