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FAMILIA DE ARTESANOS CONVIERTE LA MADERA EN ARTE Y TRANSMITE SU TÉCNICA DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN

Fuente : MIDIS

 La familia Murayari Gonzales es de Requena y lucha para que su arte perdure

Entre los inmensos caudales de los ríos Tapiche y Ucayali se encuentra el distrito de Requena, tierra de inspiración para la familia Murayari Gonzales, que, con mucho esfuerzo y dedicación, trabaja hermosas piezas talladas en madera.

La señora Luz, el señor Edwin y sus dos hijos, Ezequías y Bany, son una familia de artesanos que convierte la madera en bellas obras de arte. “Me siento muy orgullosa porque somos una familia que hace arte y sé que poco a poco tendremos mejores oportunidades”, contó Luz, que luce párpados caídos y ojos vivaces.

El responsable de transmitir este arte es Edwin, quien a su vez aprendió a tallar a los 15 años gracias a su padre. Al casarse con doña Luz, la nueva familia que formaron se fue involucrando en este arte y juntos fueron perfeccionando su técnica y pasión.

El proceso para lograr tales obras es arduo y minucioso. Antes de que salga el sol, Edwin, de manos ásperas y con venas pronunciadas, se encarga de ir al monte a recoger suficiente madera para sus obras, de preferencia madera palisangre, de color castaño y textura fibrosa. Ya con la materia prima en las manos, inicia la metamorfosis en base a un dibujo técnico que la familia prepara con anticipación.

Luego, usando un cincel y martillo, empiezan a esculpir la madera, que irá tomando forma hasta convertirse en una pieza con abundantes detalles, que solo estará lista luego del lijado y el toque final de brillante barniz o pintura acrílica de variados colores, que son añadidos con mucha paciencia y precisión por la señora Luz y sus hijos.

La familia Murayari Gonzales pertenece a Juntos desde 2012 y cuenta que el Programa los ha ayudado a continuar con su trabajo artístico. “El dinerito que llega de Juntos lo usamos para algunos útiles de nuestros hijos y también lo invertimos en algunos materiales y herramientas que nunca faltan en nuestro taller”, dijo doña Luz, mientras lijaba con mucho esmero una nueva pieza.

Su casa se ha convertido en un taller de artesanía donde se respira la Amazonía por todos los rincones. Y es que se puede apreciar hermosas águilas, búhos, paiches, lagartos, loros y guacamayos decorativos de diversos tamaños y formas.

“Esperamos, algún día, ofrecer nuestras piezas en algún centro de artesanía en la capital, Iquitos, para que los turistas vean lo que podemos crear con nuestras propias manos y difundir así nuestro arte”, dijo Edwin, quien además contó que, gracias a la visita de los gestores locales de Juntos, su comunidad empezó a reconocer el gran valor de sus obras.

Lo que más disfruta Edwin es pasar tiempo en su taller. Allí, el cincel sobre la madera suena como un zumbido fugaz, mientras la viruta va formando una alfombra en todo el piso del cuarto, que cruje armoniosamente ante cada pisada.

–       ¿Así papá? Yo creo que ya está listo para lijar.

–       ¿Ves que ahora sí? Es un búho bien hecho. Es solo práctica.

–       Sí papá, ya casi casi soy tan experto como tú.

Don Edwin solo observa con cierta calma a su hijo y lo reconforta saber que ha logrado transmitirle la pasión por la talla, un legado que, está seguro, permanecerá por mucho tiempo en su familia.