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EL GOBIERNO DEBE GENERAR MÁS CONFIANZA Y NO RETAR A LA POBLACIÓN

Fuente : Diario el Tiempo de Piura 

Analistas afirman que campaña estatal de sensibilización frente al COVID-19 califica de delincuente al ciudadano. Además insisten que la administración de Vizcarra debe ser autocrítica.

Sumado al incidente de la discoteca de Los Olivos (Lima), el alcalde de Moche (Trujillo), César Fernández, manifestó públicamente que su distrito no acatará la cuarentena dispuesta por el Gobierno y exhortó a los pobladores a seguir con sus actividades habituales. Es claro que la frustración es colectiva y que la ciudadanía está harta de acatar las normas que demanda esta emergencia sanitaria.

Ante ello, el Gobierno ha pedido a los peruanos que se sumen a la campaña “El covid no mata solo. No seamos cómplices”, con el fin de frenar el avance del coronavirus en el país. ¿Pero es esta una medida eficiente?

El especialista en comunicación política, Luis Herrera, califica esta campaña como un desacierto, pues criminaliza al ciudadano y exacerba la ira de quienes ya no toleran más la situación actual.

–¿Cómo calificaría usted la nueva campaña emprendida por el Gobierno? El mensaje es duro y directo: la COVID-19 no mata sola, sino que necesita cómplices.
Para analizar la campaña, hay que ponernos en contexto: ¿Para qué funcionan estas campañas políticas? Estas buscan insertar valores, ideas o proyectos en la mente del ciudadano y que este las acepte, y mientras más tiempo las acepte, podemos decir que mayor alcance tiene la comunicación política.
“El covid no mata solo. No seamos cómplices” busca insertar en la gente un determinado comportamiento para proteger a los demás respecto al contagio.

–Claro, pero la palabra “cómplice” incluso parece un poco agresiva y podría causar el efecto contrario a lo que se quiere.
¿Cuál es el eje de la campaña? La palabra “cómplice”. Estas son campañas negativas porque lo que promueve es un término que la gente lo entiende de manera negativa. Ser cómplice es algo delictivo, negativo, y la campaña juega a eso, a “tu conducta es negativa”.

Allí está el arte de las campañas y de los estrategas: buscar la terminología que la gente pueda asimilar y hacer suya. Siento, con las primeras reacciones y como ciudadano, que este concepto negativo de “cómplice” no es bien tomado por la población, no es aceptado, tanto más que estamos en una sociedad harta, aburrida de ver en los medios una comunicación judicializada, en la que todo es corrupción, robos, delitos… y “cómplice” justo habla de estas situaciones negativas.

–Claro, entonces la primera reacción del ciudadano va a ser de rechazo; además de que el Estado poco ha hecho para reconocer la parte de responsabilidad que le corresponde.
Un sentimiento que genera la campaña es rechazo porque los están comparando con gente que mata, roba, que corrompe. Las campañas se miden por resultados y, en este caso, sería ver descensos de contagios; la primera medición, de respuesta, es un componente negativo. No hay aceptación de ese término.

Ademas, la campaña juega de manera negativa, a acusación o reproche al ciudadano porque su conducta es mala. Deja de lado el componente, la aceptación de que la gente no se contagio solo porque salió a ver a un familiar, sino por temas logísticos, de existencia de hospitales, de personal médico suficiente, de oxígeno, una serie de cosas que son insuficientes y cuyo responsable directo sería el Ejecutivo.

–¿Da la impresión de que es una campaña en la cual el Gobierno se lava las manos?
Centra la responsabilidad en el ciudadano, focaliza un responsable, que es el ciudadano porque él es el “cómplice”; le damos una connotación prácticamente negativa y la responsabilidad del Estado no se está diciendo. El público percibe que la campaña es para lavarse las manos.
En las estrategias de marketing se busca siempre el término o la frase que conecte con el público para que acepte el mensaje, el cual debería tener como fondo “cuídate de la covid”. Decir “cómplice” es lo que está mal planteado por la carga delictiva. Prácticamente dices que el ciudadano es un delincuente, ¿y la responsabilidad del Estado?

–En todo caso, ¿qué debió haber hecho el Estado?
Nadie niega que hay que comunicar, pero sobre todo hay que informar. Lo que se reclamó desde el inicio es la verdad, por dura que sea. Cuando comenzó la pandemia no había un solo experto en el mundo, todos fuimos aprendiendo en el camino, todos tuvimos que vivir la propia experiencia y fuimos aprendiendo también de las experiencias de otros países.

En el caso peruano, el Gobierno tomó decisiones y todos entendíamos que eran necesarias, pero la extensión del tiempo con la información que va a variando… esto afecta la credibilidad del mensaje del Gobierno. En comunicación política lo peor es perder la credibilidad.

–¿El problema se solucionaría con un poco más de transparencia?
También tiene otros agregados. No solo la pérdida de confianza, sino del ejercicio de la ciudadanía, que tiene que ver con derechos y obligaciones. Pedimos más del Estado, pero el ciudadano rechaza la presencia del Gobierno cuando este invade intereses personales.

Que una autoridad [alcalde de Moche] salga a decir que se va a rebelar, eso también pasa por la capacidad del Gobierno de tener credibilidad, que si no la tiene, la gente siente que se le está engañando. El Gobierno está perdiendo la herramienta principal para poder exigir que la gente cumpla con las normas.