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Antezana: Desborde de violencia en Juliaca se debe en gran medida al narcotráfico

Advierte sobre conexión entre minería ilegal y actividad narco.

Alerta que no se puede combatir efectivamente delincuencia común y organizada sino se lucha contra narcotráfico.

RCR, 16 de agosto de 2016.- En la ciudad de Juliaca y en otras localidades puneñas la violencia se ha desbordado y existe un entrelazamiento entre la delincuencia común, la criminalidad organizada y el narcotráfico, a lo cual se suma la confluencia del contrabando, la minería ilegal y la actividad narco, observó el sociólogo Jaime Antezana, experto en temas de narcotráfico y orden interno.

En entrevista a RCR, Red de Comunicación Regional, el investigador subrayó que dada la íntima interrelación existente, no se puede combatir apropiadamente la delincuencia común y la criminalidad organizada en esta ciudad y otras sino se lucha efectivamente contra el narcotráfico.

En Andahuaylas, Abancay, Cusco y Juliaca, ciudades del sur del país, pero especialmente en la urbe puneña, refirió, se registra un desborde de la violencia donde precisamente confluyen y se entrelazan la delincuencia común, la criminalidad organizada y el narcotráfico.

Estimó que entre el 35 a 40% de la violencia que sacude las calles de estas ciudades –así como del norte, como Trujillo y Chiclayo- responde a la combinación de estas tres lacras.

Observó que en Juliaca –a la cual denominó el “Cali puneño”- proliferan y se retroalimentan entre sí el contrabando, la minería ilegal y el narcotráfico, lo que genera una violencia que se ha desbordado –con asesinatos y ajustes de cuentas recurrentes que también alcanzan a la capital puneña- que no puede ser soslayado por las autoridades.

Alertó que el narcotráfico está generando en la delincuencia común y organizada prácticas típicas narco lo que se expresa en el asesinato en los delitos simples de robo y asalto.

Localidades puneñas como Moho, Huancané, Sandia y San Antonio de Putina, deploró, son zonas de tráfico de estupefacientes, hay presencia de grupos armados (al servicio de las mafias) y es evidente la ausencia del Estado peruano.

La inoperancia del Estado es tan clamorosa, anotó, que desde hace años, los pobladores de Puno queman vivos hasta la muerte a los delincuentes comunes que apresan, lo que configura un cuadro de patología social, sin embargo, no se atreven a hacer lo mismo con los narcotraficantes pues podría haber represalias.

Sostuvo que la informalidad -base sobre la cual se manifiestan otras actividades ilícitas como la minería ilegal y el narcotráfico- es otro elemento históricamente estructural en Puno –y en Juliaca- hasta el punto que parte importante de la población se dedica a la informalidad, especialmente el contrabando y, esto explica por qué la colectividad no asume un rechazo orgánico contra otros delitos más graves.

Comentó, por ejemplo, que en la ciudad de Puno hay barrios enteros que son de contrabandistas, otros de mineros ilegales y otras cuadras de narcotraficantes, además estos negocios delictivos se superponen, es así que generalmente los mineros ilegales incursionan en el narcotráfico, cuadro general que revela que en Puno el Estado es fallido.